¿Invertir a Corto o Largo Plazo?
Cada alternativa implica una serie de beneficios y riesgos particulares; sin embargo, para determinar cuál opción se adapta mejor a las metas por alcanzar, es primordial definir los instrumentos de inversión necesarios para obtener la rentabilidad deseada.
Qué Se Considera Largo o Corto Plazo
Para decidir entre corto y largo plazo, lo primero es saber a qué se refiere cada uno y aquí el criterio puede variar dependiendo del inversor, gestor o asesor financiero con el que hables. Así, hay quienes elevan ligeramente el umbral del corto plazo y quienes son más restrictivos. Lo mismo ocurre cuando se trata de diferenciar el medio del largo plazo. La realidad es que no hay una frontera inamovible y claramente definida.
Como norma general, se puede definir las inversiones a corto plazo como las que tienen un horizonte temporal cercano al año. El medio plazo se reservaría para los objetivos a entre dos y 5 años vista y el largo plazo todas las inversiones a más de ocho años. Una buena medida para definir el largo plazo es tomar como referencia los horizontes de inversión de los fondos de inversión con ese tipo de filosofía, que siempre marcan objetivos superiores a los cinco años o, yendo un poco más lejos, los de la gestión pasiva y la inversión indexada, que trabaja siempre con horizontes de más de 10 años si lo que buscas es optimizar el rendimiento.
Invertir A Corto Plazo:
Toda inversión inferior a un año se considera una inversión a corto plazo. El objetivo de este tipo de operaciones suele ser ahorrar para unas vacaciones o para tener un colchón de emergencia a buen recaudo. Este tipo de operaciones se caracteriza por una liquidez alta, es decir, el inversor tiene acceso casi inmediato a su dinero en caso de querer recuperarlo. Por otro lado, son operaciones seguras y de bajo riesgo. Aunque es cierto que se pueden asumir riesgos, no es recomendable a no ser que se cuente con mucha experiencia y conocimiento del mercado.
Si la liquidez y la seguridad son las ventajas, su gran contra está en la rentabilidad. Al no poder asumir mucho riesgo y al tener el dinero invertido durante poco tiempo, la rentabilidad de la inversión a corto plazo es bastante baja. Aun así, siempre son una buena opción para no tener el dinero estancado en la cuenta corriente mientras la inflación sigue restándole valor mes a mes.
Inversiones A Medio Plazo:
Cuando se habla de inversiones a medio plazo, se habla de operaciones financieras en las que el dinero invertido no se toca por un periodo de entre uno y cinco años. Son movimientos recomendados para ahorrar para un objetivo importante con un horizonte temporal cercano, como, por ejemplo, adquirir o dar la entrada de una nueva vivienda. Su gran ventaja es que, al trabajar con periodos de inversión más amplios, se puede asumir algo más de riesgo, aunque tampoco es recomendable exponerse demasiado.
En este sentido, las inversiones a medio plazo permiten ya la elaboración de una estrategia más compleja que combine diferentes tipos de activos, algunos con mayor riesgo que otros, en busca del equilibrio deseado entre riesgo y seguridad. Es importante tener también en cuenta que, mientras el dinero esté invertido (sea por el tiempo que sea), no se debe tocar, por lo que no son operaciones caracterizadas por su liquidez.
Inversiones A Largo Plazo:
Toda inversión que supera los cinco años se considera una operación a largo plazo. Son las opciones más recomendables para ir ahorrando poco a poco con la vista puesta en un objetivo lejano, ya que permiten que cualquier cantidad ahorrada con la suficiente regularidad se convierta en una suma importante en el futuro. Son el tipo de inversiones que manejan los planes de pensiones y otros instrumentos de ahorro para planificar la jubilación.
Cuanto más lejano sea el horizonte temporal en el que el inversor espera recuperar el dinero, mayor será el riesgo que este podrá asumir en sus operaciones. Por ejemplo, si se busca recuperar la inversión al cabo de 20 años, no importará demasiado el riesgo asumido en los primeros años, ya que se dispondrá de mucho tiempo todavía para recuperar la inversión si se producen bajadas en el precio de los activos. La gran ventaja de asumir riesgos es la rentabilidad: invertir a largo plazo permite retornos muy superiores a los de la inversión a corto y medio plazo. En las inversiones a largo plazo, además, entra en juego el interés compuesto. Este hace que los intereses obtenidos se vayan sumando gradualmente al capital invertido para generar todavía más intereses. Es decir, el interés compuesto hace que el capital inicial vaya creciendo gradualmente y de forma exponencial, ya que los intereses aumentan en cada periodo.