Tomar buenas decisiones es algo que habitualmente, nos mantiene en tensión y es que elegir la mejor opción y con ello, tomar una buena o mala decisión, puede convertirse en algo vital en determinados momentos.
La intuición, las consecuencias y/o el momento vital en el que nos encontramos, son determinantes para la toma de decisiones. A estos parámetros, podemos sumarles otros que nos ayudarán a realizar este proceso con mayor seguridad, tranquilidad y confort.
1. Pasar De La Parálisis Al Análisis:
Al tomar decisiones, tememos equivocarnos, dando por sentado que hay un camino correcto y otro que no lo es. Para superar el miedo a decidir debemos aceptar que hay cosas que no podremos prever. Pero para decidir con claridad también hay que tomarse el tiempo de analizar toda la información interna (ver cuáles son nuestras prioridades, qué emociones nos despierta cada opción, etc.) y externa, recopilando aquellos datos que estén a nuestro alcance sobre los elementos que pueden estar implicados.
2. Valorar Las Consecuencias:
Cuando vas a tomar una decisión, generalmente, no existe una opción correcta, sino que todas tendrán unas consecuencias que se adaptarán mejor o peor a nuestras necesidades. Valorar el impacto que tendrán nuestras decisiones es una destreza que podemos adquirir con la práctica. Esto consiste, fundamentalmente, en tener en cuenta todas las opciones, incluso, la de “no tomar la decisión”, que también tendría sus consecuencias.
3. No Tener Prisa Por Responder:
Algunas personas tienden a decidir “sí” casi siempre y otras tienden al “no” en cualquier caso. ¿Cuál es tu tendencia? Es importante ser consciente de ello, sostener la incertidumbre y tomarse tiempo para valorar sin reaccionar automáticamente. Solemos funcionar desde el ego, en base a patrones de conducta estereotipados. Esto nos puede llevar a tomar el mismo tipo de decisiones, lo que no nos ayuda a crear nuevas posibilidades. Antes de decidir, procura conectar con esa parte más sabía que trasciende mediante la meditación.
4. Separarnos De La Situación Emocionalmente:
Al mismo tiempo, tomar distancia de la situación, de la decisión y de las posibles consecuencias suele funcionar muy bien. Todo en la vida es cuestión de equilibrio. Si nos preocupamos en exceso, estaremos bloqueándonos y eso nos impedirá tener claridad de pensamiento. Encontrar ese equilibrio entre lo racional y lo emocional nos ayudará a no dejarnos llevar por la parte más visceral, pero tampoco caer en lo extremadamente racional y frío.
5. Aclara El Conflicto Interno:
Establece un diálogo entre razón y emoción. Coloca un cojín delante de otro: uno será tu mente y el otro tu corazón. Y uno entre ambos será la parte más sabia. Siéntate en el cojín del corazón y haz que tus emociones hablen mientras tu mente escucha. Después, colócate sobre el cojín que representa tu mente y haz que esta hable a tu corazón. A continuación, colócate sobre el cojín de tu parte sabia con el objetivo de que la razón y el corazón puedan llegar a un acuerdo y decidir cogidos de la mano.
6. Pedir Opinión Y Consejo:
Somos muy de pedir opinión para la mayoría de las cosas que nos suceden, pero no solemos tener tan bien aprendida la lección de filtrar el feedback que recibimos. Sí, es bueno tener la opinión de los que consideramos importantes en nuestra vida, pero todo es relativo, lo que funciona para unos, no lo hace para otros. La experiencia que han vivido otros nos puede ser útil si sabemos adaptarla a nuestra forma de ser, a nuestras circunstancias y posibilidades.